viernes, 10 de agosto de 2012

ALEGATO POR UNA REVISIÓN DEL PROCESO CONTRA LA ORDEN DEL TEMPLE

La disolución de la Orden del Temple por el Papa Clemente V se producía, sin duda, conforme a los principios jurídicos vigentes. Pero los fundamentos de este acto jurídico eran todo menos concluyentes. No solo el proceso previo sino la cusa en su conjunto infringían cuantas normas del derecho eclesiástico, a los Templarios se les trató de manera tan inhumana, se le sacaron las confesiones con medios tan violentos, que es deber de la Iglesia restablecer la justicia pisoteada de aquel modo a través de una revisión del proceso o a través de la rehabilitación de la Orden.


1, Ilegal había sido la investigación de la Orden efectuada por oficiales reales y por la Inquisición francesa. El mismo Papa tomó el procedimiento en sus manos. Con ello se extinguía la jurisdicción de órganos subordinados. El gran inquisidor no tenía derecho alguno a inmiscuirse en una actuación papal.

2, Ilegal fue la detención de los hermanos del Temple. El gran inquisidor de Francia no tenía atribuciones para acusar a provincias enteras de la Orden, ni para apresar a sus integrantes. Aún cuando la inquisición francesa hubiera podido llevar ante un tribunal a individuos acusados de herejía, incluso a miembros de una orden exenta, lo mismo no era aplicable en ningún caso a una orden en su conjunto. El Maestre y el gobierno de los Templarios no eran súbditos del rey sino señores de un instituto soberano. Por este motivo ni el rey ni la Inquisición podían arrestarlos. La actuación del rey constituye una violación del derecho del mayor calibre.

3, Ilegal fue el primer interrogatorio de los Templarios efectuados por los agentes del rey. La detención se realizó en nombre de la Inquisición; por consiguiente era ella la responsable de las investigaciones. La aplicación de la tortura impedía que los interrogatorios de los prisioneros fueran imparciales y la investigación ecuánime. Las declaraciones de los Templarios ante los jueces se realizaban bajo la influencia de la tortura.

4, Ilegal fue la intromisión de la policía real en el procedimiento eclesiástico. Gracias a numerosas declaraciones efectuadas ante jueces de la Iglesia sabemos como los oficiales reales intentaban sin ningún escrúpulo inducir a los Templarios a confesar o declarar en falso aún en tiempos del tribunal pontificio.

5, Ilegal fue la actuación del Papa ya que tardó mucho tiempo en llamar al orden y destituir al Gran Inquisidor, el cual se había excedido de una manera clamorosa en sus actuaciones. El Papa dejó hacer a Guillermo Imbert durante meses.

6, Ilegal fue que el Papa tolerase la actuación de Guillermo de Nogaret. Excomulgado por tres papas, había dejado de ser miembro de la Iglesia. ¿Por qué se le consintió, pues, que precisamente en nombre de esa Iglesia detuviera al Maestre de una orden alegando, para colmo herejía?

7, Ilegal fue el comportamiento de Clemente V al no querer interrogar a Jacques de Molay. El Papa insistía que el propio Maestre había declarado que la Orden era culpable. ¿Por qué renunció a interrogar personalmente a un testigo tan fundamental pese a atribuir, según consta, gran valor a sus declaraciones?

8, Ilegal fue que no se respetase el derecho de los acusados a ser juzgados por jueces imparciales. El Papa nombró a una comisión de enemigos declarados de la Orden. Unos jueces con antecedentes como Aycelin de Narbona o los del Arzobispo de Bourges no tenían el menor interés de averiguar la verdad de una manera objetiva.

9, Ilegal fue la condena a muerte de cincuenta y cuatro Templarios dictada por el Arzobispo de Sens. Este asesinato en masa influyó sobre el tribunal pontificio, pues los testigos advirtieron que sus declaraciones no se mantenían en secreto.

10, Ilegal era el mismo tribunal pontificio porque limitó sus investigacio nes a Francia cuando debía juzgar a la Orden en su totalidad. De los quinientos setenta testigos –todos franceses, ningún representante de

11, Ilegal fue la injerencia de los oficiales del rey en la investigación papal. ¿Qué se les habría perdido a Nogaret y a Plaisians en el palacio episcopal?

12, Ilegal fue el estrangulamiento de cualquier defensa en el Concilio de Vienne, así como la detención de los siete Templarios que acudieron a la catedral en defensa de la Orden. Aún cuando Clemente V hubiese resuelto disolver la Orden por vía administrativa, tendría que haber otorgado a los Templarios algún tipo de defensa, máxime cuando el mismo los había convocado al concilio. La Iglesia tenía derecho a escuchar a ambas partes, acusadores y acusados.

13, Ilegal fue que se vinculase el asunto de los Templarios con la amenaza de un procedimiento en contra del anterior Papa Bonifacio VIII. Clemente V consintió que Felipe VI le colocase ante la disyuntiva de sacrificar a la Orden del Temple o cubrir de vergüenza la memoria de su antecesor.

14, Ilegal fue el tratamiento de la cuestión de los bienes. La demanda de un millón de libras sobrepasaba con seguridad el valor de las propiedades transferidas. El donativo de cien mil libras que el Papa hizo al rey por las molestias causadas equivalía a un chantaje. Lo mismo corresponde decir de la suma que el Papa tornó a los hospitalarios.

15, Ilegal fue, finalmente, la condena del Maestre Jacques Bernard de Molay por el consejo del reino. Cómo podía el tribunal de un Estado enviar a la muerte al Maestre de una orden exenta? El rey se arrogó una vez más unos derechos que correspondían a la Iglesia y pasó por encima del máximo representante de la Iglesia, del juez supremo de la cristiandad, en un exceso de desconsideración y desprecio.

A la vista de estas consideraciones habría que preguntarse qué había de legal en este proceso, aparte del derecho formal del Papa a disolver la Orden.

Más allá de los artículos del derecho eclesiástico, que, como se ha expuesto, se seguían en letra pero no en el espíritu, se hallan los mandatos divinos. A la decisión legal a todas luces del Concilio de Vienne tiene que seguirle una verdadera y regular sentencia judicial. Un veredicto eclesiástico que vio la luz en medio de tanta injusticia no debe prevalecer eternamente. Los veinte mil muertos que la Orden dejó en la lucha por la cruz demandan por si solos que se lave el honor de su instituto. Pero, ante todo, las victimas del injusto proceso tienen naturalmente derecho a la rehabilitación.

Los dirigentes de la Iglesia, el papa Clemente V en primer término juntamente con sus cardenales, obispos e inquisidores franceses cometieron una enorme injusticia en el proceso contra la Orden del Temple. El mayor asesinato legal de la Edad Media exige justicia, un crimen perpetrado contra miles de inocentes no puede prescribir. Una revisión del proceso que, por intensa que fuese la presión del rey, se llevó a cabo en nombre de la Iglesia, es de todo punto posible. El caso de Juana de Arco puede ser esgrimido como ejemplo: Francia exigió la rehabilitación de su heroína nacional quemada en la hoguera como hereje, y la obtuvo. La Iglesia Católica, tendría, por consiguiente, buenas razones para absolver a la Orden en su globalidad pese a las posibles faltas de algunos de sus miembros.

Para finalizar permítaseme formular el voto siguiente: Pablo VI, al pedir perdón a los cristianos de confesión evangélica, allanó el camino para expiar y saldar culpas históricas. Pio VII abolió los decretos de Clemente XIV y restableció la Orden de los Jesuitas. Por razones similares Benedicto XVI podría anular el injusto fallo, que es reconocido como tal, de Clemente V y retirar la prohibición de refundar la Orden del Temple.

Fiat Justitia fiat pax